- Este artículo forma parte de la edición 20 aniversario de revista Ñ, “Alfabeto del presente”.
- A diferencia de las malas palabras, un territorio de placentera (y secreta) apropiación en la infancia, volverse guarango era algo tan sencillo como misterioso: “Era más una entonación, un territorio difuso”.
G: Guarangada, por Miguel Gaya

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